ANALISIS COLOMBIA Y SUBDESARROLLO: HISTORIA DE NUNCA ACABAR
(PONENCIA POR ALEXIS BARAJAS MORALES –SOCIÓLOGO DOCENTE)
Existe una reflexión muy grande que nos ha llevado a pensar en qué clase de país vivimos y con qué clase de fortalezas y debilidades contamos al ser habitantes de el territorio colombiano; lo que nos lleva a hacer un análisis más profundo de lo que aparentemente vemos en él.
Colombia no es precisamente reconocido ante el mundo por sus avances científicos, peor sí por su gran riqueza natural, contando con una gran diversidad de especies, flora, fauna, un territorio rico en recursos hídricos y en grandes zonas para el aprovechamiento de la tierra en diferentes actividades económicas; tal afirmación se refuerza con el reconocimiento que diferentes entidades internacionales han expresado sobre el potencial que tiene nuestro país.
Esta es una parte muy cuestionante para nosotros como colombianos, pues ¿acaso es lógico que personas, entidades, instituciones u otras relaciones de tipo internacional estén más interesados en estudiar la riqueza colombiana e intervenir en ella, que nosotros mismos como hijos y dueños de todo lo que en este bello país hay? No es lógico, pero estamos acostumbrados a que estas entidades nos exploten y nos utilicen por la flojera de hacer el trabajo nosotros mismos, por la flojera de construir un lazo social que nos permita preservar lo que es nuestro y nos están robando: nuestro gran país.
Los problemas que Colombia atraviesa actualmente vienen de una larga historia -donde se refleja una gran influencia norteamericana, un mal manejo de los modos de producción, y problemas de orden social, público, económico y político- que ha modificado cada uno de los ámbitos en los que se divide y ha generado consecuencias graves que actualmente tienen débil al espacio territorial, a nuestra cultura y el mismo acceso a los derechos que tenemos como personas.; Observamos cómo los dueños de los medios de producción –grandes capitalistas- están manejando el desarrollo de nuestro país, robándonos la capacidad de decisión, de libertad y de independencia, porque no nos ha quedado otro camino que seguir siendo las fichas de su juego o morir en la calle de hambre.
El impacto socio-cultural es duro ante tales circunstancias ¿por qué? Porque nos quejamos de lo que nos pasa, sin responder al llamado de organización, participación y construcción del país que está escrito en la Constitución, pero que en la realidad nos tiene ensimismados; observamos cómo el poder y los cargos del gobierno están rotando por personas pero no por familias o amigos, es decir, estos importantes cargos -cuya función es llevar en un correcto camino al país- son ocupados por unos pocos hombres aliados entre sí (porque aquí la democracia no se respeta), pero nosotros aceptamos esto como si no nos afectara, porque es obvio que estamos siendo lastimados, y callados, pero por la ignorancia que llevamos marcada en la frente no abrimos las esposas que nos limitan, con la llave que está en nuestro bolsillo.
Entonces, con más racionalidad, pensemos ¿somos realmente pobres, o queremos ser pobres? Pienso en la segunda opción como la más evidente, porque conocemos la pobreza como la incapacidad de satisfacer las necesidades básicas, y en Colombia, gracias a la riqueza de recursos naturales que poseemos, no habría razón para que existiera; no somos pobres, y no hace falta estudiar todos los componentes de nuestro país para saberlo, porque si sólo abrimos los ojos y “observamos” lo vamos a notar con orgullo; queremos ser pobres, porque vendimos nuestra identidad, nuestra libertad, nuestra voz, nuestros bienes nuestros derechos y toda la belleza de este gran país a cambio de explotación, asesinatos, masacres e injusticias.
Sufrimos de una pobreza peor de la que conocemos, la pobreza mental; por la cual nos hemos quedado quietos y callados, por la que no nos organizamos y actuamos en la recuperación de lo que nos pertenece, y hasta que no la superemos, vamos a ir descendiendo más y más en cuanto a lo económico, lo político, lo social, lo cultural, y lo peor, en cuanto a lo personal.
No podemos ser tan pasivos cuando el país está tan mal; cuando al salir a la calle nos encontramos con problemas de drogadicción, alcoholismo, delincuencia, prostitución, indigencia, desplazamiento, hambre y muchos más; ver cómo el conflicto armado está poniendo en medio de la guerrilla, el paramilitarismo y el gobierno a nuestros campesinos y a sus tierras, y no muy lejanos a nosotros mismos, que estamos rodeados de de desempleo, de inseguridad y de injusticia.
Tenemos una Constitución y no la hacemos valer, al no reclamar nuestros derechos, el derecho de nuestros hijos y el derecho de nuestros hermanos, al conformarnos con las estadísticas que reflejan la superficial inversión que el Estado hace en educación, salud, vivienda, alimentación y recreación -hablo de superficial porque no se está logrando de una manera efectiva, o por ejemplo, es efectivo, darle por 6 meses de comer a unas personas y en los otros 6 meses a otras, haciendo creer que el hambre se está eliminando? No estamos haciendo valer nuestra constitución cuando nos estamos dejando llevar de los medios de comunicación, sin preguntar, sin analizar, sin reflexionar y opinar sobre la información recibida y transmitida de unos a otros.
Porque hacer valer la Constitución, al saber que en su artículo 1 nos habla de que somos un Estado social de derecho, y que en su preámbulo se señala: el fortalecer la unidad de la Nación, asegurarnos la vida, la convivencia, el trabajo, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, a partir de normas y leyes, de
democracia y participación, con el fin de garantizar un orden político, económico y social justo; significa afrontar las problemáticas del país para generar, conjunta y participativamente, el cambio que necesitamos para eliminar la pobreza mental que poseemos y recuperar la riqueza que fluye por todo el territorio colombiano.
En conclusión, el cambio no lo va a generar sólo el Estado, ni el gobierno, sino cada uno de nosotros; primeramente, apropiándonos de nuestra Constitución como parte fundamental de todo colombiano, y luego, aportando desde el rol que cada uno cumple en la sociedad, para así, crear una red social sostenible donde todos, con cada uno de nuestros aportes, revivamos a esa Colombia que nosotros mismos hemos debilitado y callado. El compromiso es de todos, no sólo de los que estudiamos y trabajamos por el bien social, y si esto fuera así, aún nosotros mismos no estaríamos logrando nada si no hiciéramos de este plan de transformación una cuestión conjunta, que nos involucre a todos por igual, porque todos estamos afectados y todos tenemos que reaccionar.